¡En mi relación de pareja, somos tres!

Estar enamorado

 

En alguna ocasión habremos escuchado o leído descripciones sobre el enamoramiento parecidas a la siguiente:

El enamoramiento es un estado emocional fruto de un proceso bioquímico que se inicia en la corteza cerebral, pasando al sistema endocrino, y se transforma en respuestas fisiológicas así como cambios químicos  que se producen en el hipotálamo por la segregación de Dopamina. Ésta es  una de tantas descripciones bíoquimicas que dejan entrever la actividad y elaboración interna en el organismo tras las que se desencadena ese estado psicológico especial al que describimos como estar enamorado.

De forma general, el enamorado siente una potente atracción por otra persona, bien por cómo es físicamente,  por sus cualidades y sentimientos, o por ambas cosas. Por tanto, el inicio de la pareja contiene atracción física y/o emocional con añadidas variables sociales y culturales. Walter Riso define el amor como un conjunto de experiencias múltiples, como una experiencia afectiva compuesta por variables que se enlazan de forma compleja.

 

 Gestación de la pareja

 

Cuando la persona enamorada es correspondida, comienza a gestarse la pareja como si de un embrión se tratara. En su comienzo, la pareja tiende a un aislamiento, que en su vivencia sana, es natural. Todo lo que ocurre a su alrededor se percibe como novedad.  Se dedica mucho tiempo al disfrute mutuo en situaciones de entretenimiento, creando proyectos de futuro que resultan agradables para ambos enamorados. La alegría sucede con solo ver a la persona amada.

  

Formas que puede tomar

 

A partir de este momento y en función de la experiencia de vida, los anhelos, la educación, el tipo de personalidad, etc,  hay parejas que continúan su construcción como si solo existiera el nuevo ente “pareja”, anulando por completo la identidad de cada una de las personas que la componen. Dejan olvidada cualquier relación social personal, anulan el tiempo que dedican a sus aficiones pasando a la obligación, consciente o no, de tener que realizar toda actividad de forma indisoluble. Este tipo de relación basada en el exclusivo concepto de pareja, con el tiempo puede llevar a la monotonía, al aburrimiento, y hasta a sucumbir al aislamiento con una carencia de identidad personal.

 

En el lado opuesto están las parejas en las que tras pasar el umbral de las inquietantes mariposas en el estómago, cada persona continúa su construcción, pero de forma individual. El espacio que se dedica a la relación de pareja es escaso, limitado y excluyente de la vida personal de cada uno. Incluso, pueden compartir techo con caminos marcadamente divergentes y mantenerse así en el tiempo. Estas relaciones están marcadas por la falta  de identidad como  pareja,  llegando  con el tiempo a encontrase a un auténtico desconocido en la persona que complementa el espacio de la pareja.

 

Una vez identificados dos puntos opuestos en las vivencias de pareja, podemos ahondar en un punto intermedio; ese espacio de equilibrio en el que se busca que el resultado de la operación elemental aritmética de la suma en la relación de pareja sea 3 : Tú, yo y nosotros.

 

El resultado de ser tres en la relación va a ayudar a diferenciar las actividades que se hacen como individuos de las que se hacen como “nosotros”. Para poder ofrecer algo nuevo al otro, cada persona debería tener espacio para sí mismo;  como práctica de deporte o tiempo con amigos, formación, talleres creativos, etc.  Disfrutar de actividades por separado ayudará a echar de menos a la persona amada y fomentará el enriquecimiento del lugar “nosotros”, la pareja. Estas vivencias personales van a conseguir que el espacio común se nutra de los ingredientes que cada persona aporta en el día a día, dando un resultado único y renovado por el entrelazado de las  emociones personales y las que se generan al compartir con la pareja. Para conseguir el crecimiento de la pareja, es preciso dedicarle tiempo fomentando el disfrute de actividades en común, relaciones sociales, creando vínculos de comunicación. Antonie Saint Exupery ya describía en su renombrada obra El Principito:  “El tiempo que dediqué a mi rosa, es lo que hace que ella sea tan importante para mí”. No hay duda de que el tiempo que se dedique y en especial la calidad del mismo, es lo que va a dar forma, dimensión y crecimiento a la pareja; lo que va a hacer que el tercero como pareja sea tan importante para las personas implicadas.

  

Otra función del "nosotros"

 

De forma adicional, el tener un espacio diferenciado como “nosotros”, ayuda a resolver los distintos conflictos que puedan surgir en la relación. Si se mira el conflicto como algo no atribuible a las personas implicadas, como si fuera algo externo a ambos y que está anidado en el “nosotros”, desde fuera y de forma racional cada persona  puede trabajar en la solución sin la necesidad de culpar al otro, que es lo que hace que se generen emociones contradictorias hacia la persona a la que se quiere. El conflicto se identifica, está ahí, en el “nosotros”;  y “tú y yo” tenemos ideas, actitudes y recursos para dar soluciones a lo que incomoda a las vivencias del “nosotros”.

 

 

La clave es tener la capacidad de hablar de “nosotros” de forma armoniosa, evaluando pensamientos y necesidades del “tú y yo” de forma conjunta, empatizando y validando el punto de vista del otro. De este modo, se mantendrían en el tiempo parte de los procesos bioquímicos descritos al comienzo, sintiendo emociones de enamoramiento , a la vez que se consolidarán las conexiones neuronales que guardan la información del estado de disfrute, alegría y sosiego del lugar de la pareja. Todo ésto, entrelazado con no descuidar el espacio personal como individuos, probablemente el resultado aritmético será: En nuestra relación de pareja, somos tres!

 

Y tú, ¿qué opinas?

 


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Comentarios: 2
  • #1

    Tino Berdión (viernes, 14 agosto 2015 19:51)

    No puede haber enamoramiento sin locura, me ha encantado este párrafo "Cuando la persona enamorada es correspondida, comienza a gestarse la pareja como si de un embrión se tratara. En su comienzo, la pareja tiende a un aislamiento, que en su vivencia sana, es natural. Todo lo que ocurre a su alrededor se percibe como novedad, y se dedica mucho tiempo al disfrute mutuo en situaciones de entretenimiento, creando proyectos de futuro que resultan agradables para ambos enamorados. La alegría sucede con solo ver a la persona amada."
    Además nos das una lección de aritmética gratis: 1+1=3, porque la suma de los dos haciendo pareja es más que 1+1, me parece genial!!! y el artículo no digamos, está muy trabajado yo voy a dar mi opinión.
    Las parejas con amor pleno no se desgastan ni se agotan, están por encima de ellos mismos, de sus posibilidades reales, de lo que realmente son, no tienen límites, cuando creen que ya no pueden más, aparece ese ímpetu que todo lo puede, te aportan una felicidad imperecedera, infinita, placeres duraderos. Las parejas con amor verdadero son inmortales. No debemos resignarnos a pensar que después del embrión ya no se alcanza el amor pasional (el que te dispara todos los testigos, de niveles de presión, del cuadro de mandos) que ya no es posible conseguir la ingravidez y girar sobre nosotros mismos. Es posible ese frenesí y no depende ni del tiempo que ya llevamos compartiendo la pareja ni de la edad, todas las edades son buenas para ser intrépidos y hacer piruetas. El reclamo está en el amor y si hay ganas de vivir y así todo es posible, hasta reinventarse y perdonarse.
    Los versos pareados suenan a filarmónica, los versos sueltos son partes que enriquecen la relación y las hojas de otoño se sumarán a la orquesta cuando caen, generando una felicidad clandestina interna, un tesoro escondido, pintado sobre la realidad autentica, sobre un buen lienzo, ahora queda poner ingenio, talento y trabajo pero sobre todo tener tiempo para jugar y pintar.
    El amor bien germinado, ese que al principio nos enloquece, dispara las aleaciones químicas, nos hace vivir la rutina con emoción, llegamos a creer que detrás de la puerta, en vez de una escoba, tenemos alas con las que podemos pintar sonrisas en el cielo..., no creo que esta exuberancia esté destinada solo a ese momento ¿sabéis que? Mientras todo esto se aclara yo apuesto por buscar un espacio y volar.

  • #2

    susana (sábado, 15 agosto 2015 16:56)

    La clave de bóveda de toda relación de pareja está precisamente en poder diferenciar los tres elementos de la relación: tú, yo y nosotros, respetando a cada uno en su valor y especificidad.
    Históricamente se nos ha imbuido a través de la sociedad, la literatura, el cine y las artes en general, a pensar que el "nosotros" es más importante, subestimando a los elementos individuales. Esto ha llevado al fracaso de muchas parejas cuyos miembros acaban ahogados y empobrecidos dentro de la relación, por la falta de un espacio individual de desarrollo.
    Por eso creo que es tan importante potenciarlos a todos, aunque a veces resulte difícil conjugarlos. Ahí está el verdadero desafío de la pareja.



Quién soy

Mi nombre es Mar Camaño, psicóloga colegiada M-27452 y acreditada como profesional sanitario por la Consejería de Sanidad.


Miembro de la Asociación española para el fomento y desarrollo de la psicoterapia.


Consulta Autorizada por la Consejería de Sanidad y Consumo de la Comunidad de Madrid. Inscrita en el Registro con el nº CS12514


 

Estoy en Boadilla del Monte. Mi deseo es poder ayudarte en tu tratamiento, de forma personal y con trato humano, abierto y flexible.